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Shift 2: Unleashed (Ps3, Xbox 360, PC)



Shift elimina las palabras Need for Speed de su nombre y acusa todavía más el corte de simulación de su propuesta. Ni rastro queda ya del alocado estilo de conducción de las series en el que es, probablemente, uno de los juegos más serios, profundos y trabajados de cuantos títulos ha ofrecido Electronic Arts en el campo de la velocidad para consolas.

Con la intención de seguir afianzando sus fortalezas en el género de la velocidad Arcade, Electronic Arts lanzó el año pasado el maravilloso Need for Speed: Hot Pursuit, un homenaje jugablemente retro a los clásicos pasados de la saga, que nos devolvió la ilusión por una franquicia que no acababa de dar con un espacio entre simulación seria y arcade ligero que no encontraba en ningún momento.



Ahora, y buscando ampliar algo más su espacio en la simulación, Electronic Arts presenta Shift 2: Unleashed, un videojuego que para reafirmar en mayor medida su identidad elimina las palabras Need for Speed que, por la condición ligera y accesible de la marca, podría distraer a los aficionados del núcleo hardcore y medio al que el nuevo título está destinado. A Shift 2 quizá le ha faltado un empujón en algunos elementos característicos para estar a la altura de su formidable predecesor, pero ahonda en las virtudes del original para ampliar algunas de ellas con esta secuela.



Los chicos de Slightly Mad Studios vuelven a demostrar su dominio del género de la velocidad con su segunda entrega de las series Shift, de hecho el segundo videojuego de su historia. El equipo británico tiene en plantilla a los creadores de títulos como GT Legends o GTR - FIA GT Racing, de modo que son ciertamente veteranos en la conducción, y su sentido de la simulación en el título que nos ocupa precisamente se apoya en algunos de sus pilares creativos.

Potencia Desatada
Que las series Shift son una saga de simulación, si no dura sí al menos moderada, es algo que a estas alturas resulta innegable, como tampoco podemos discutir el hecho de que no es una simulación tan seria y solemne como la de los grandes referentes del género: Forza Motorsport y Gran Turismo. La franquicia de Electronic Arts busca su personalidad y la consigue, con un planteamiento mucho más ruidoso y aparatoso que el de estas dos referencias, eso sí, sin renunciar a una conducción ciertamente precisa.



El videojuego, de hecho, empieza con una prueba de conducción que fijará la recomendación que el propio título nos hace a la hora de configurar la experiencia de manejo. Hasta tal punto se toman en serio Electronic Arts y Slightly Mad Studios esta parte, que las opciones del multijugador, las carreras libres, etcétera, no se liberan hasta que la hayamos superado, dándole de este modo al propio programa una idea de nuestra habilidad para que éste calcule sus sugerencias.



A partir de ahí si lo hemos hecho particularmente bien el juego ofrecerá la versión más cercana a la simulación, mientras que si hemos estado algo torpes nos sugerirá una IA blanda y unas opciones de conducción con muchas asistencias. Sin embargo, y desoyendo sus sugerencias, siempre podremos alterar un importante número de patrones que nos permitirá modificar a nuestro entero gusto la dificultad de la IA -entre tres alternativas-, así como las ayudas de dirección, frenado, el bloqueo de frenos, el control de tracción y estabilidad o la presencia de daños estéticos, también mecánicos o su completa ausencia. Entre los controles avanzados podremos fijar con precisión y en elementos porcentuales un buen puñado de alternativas más, como la fuerza de respuesta, la sensibilidad de la dirección, la sensibilidad y zona muerta del acelerador, freno, embrague, etcétera. Un verdadero paraíso para los perfeccionistas del manejo.



A nivel de conducción el gran reclamo de Shift 2: Unleashed es el modo Elite, que permite la autodenominada "experiencia de control total sobre el vehículo". Esta alternativa de manejo es el reto definitivo para los que buscan lo más cercano a la simulación que Unleashed es capaz de ofertar, y trae consigo una experiencia ciertamente auténtica que requerirá de un buen puñado de horas para su dominio.




Por otra parte destaca también la introducción en esta entrega de los daños completos para los vehículos que, como ya hemos adelantado, podrán ser fijados en su condición estética o de prestaciones. Pinchazos de ruedas, rupturas de motor, averías en caja de cambios si la maltratamos... El juego ofrece un motor de colisiones muy competente, que no sólo ofrece una representación cosmética más que notable de sus efectos sobre la carrocería, sino que además proyecta también sus efectos de una forma muy realista a efectos mecánicos.



Sin embargo no todas las inclusiones del juego son positivas, y hay dos cambios que repercuten directamente en hacer que si bien esta secuela siga siendo un videojuego muy notable, sí hablemos de un título que es algo inferior al original. El manejo sigue manteniendo idénticas cotas de buena respuesta y realismo con respecto a su predecesor, aunque vuelve a transmitir algunas sensaciones contradictorias que confiábamos en que se hubieran solventado con los dos años de desarrollo que diferencian las dos entregas. El original se lanzó en septiembre de 2009, y entonces podíamos pasar por alto algunos elementos como una leve sensación de falta de control veraz en, por ejemplo, las curvas o determinados puntos de los circuitos en los que el vehículo se pone al límite. Ahora en pleno año 2011 y con videojuegos que se han lanzado a posteriori como Gran Turismo 5 o especialmente Forza Motorsport 3 que han bordado este tipo de características, resulta difícil ser tan indulgente con el juego de Electronic Arts.